PEATÓN INVERTEBRADO
Para seguirte constantemente, sin cansancio,
me metí en tu maleta sin viaje,
para sentirte cerca sin preguntar
por el barro en tus zapatos
ni por esos pasos que se alejan sin moverte,
cerrando tu cuerpo inerte con una cremallera de angustia.
Solo un hilo inanimado cose las heridas
que te sueñan olvidado
cuando, de repente, te ven con ojos vacíos
y llenos de tierra,
te ven en la oscuridad saltar por la ventana,
te ven como un lamento que te abraza levemente
y se escapa,
sin importarles ese último dolor que te golpea la cara.
Caminas solo, desnudo, sin rumbo, solo, solo…
La tristeza se hace costumbre en ti,
raída como una madera vieja,
unida a tus pies mientras recorres las calles,
entre edificios carcomidos
donde el tiempo es irrecuperable y duele,
como te duele la piel, como duele respirar,
como te duele todo,
y te preguntas por qué sigues vivo,
pero lo estás y también duele.
Creciste triste, huérfano, a veces resignado, triste, triste…
Entré en mi espejo para tocarme.
En otro tiempo,
en otra vida,
en otro olvido,
no puedo hablar,
pero mis manos, mis ojos, mis piernas
hablan por mí,
no puedo andar,
pero puedo mover el mundo que me rodea,
no puedo ver,
pero soy capaz de pintar la vida
con el color de mis palabras.
Para seguirte constantemente, sin cansancio,
un día como cualquier otro me miré en el espejo
y te reconocí en mí.
Sobre tu piel cansada te vestí en la oscuridad,
para arrojarte a la vida como el sol se arroja en el día,
para que el futuro no sea un pozo de negaciones,
para que necesites tus ojos para llorar
y no derrames tus lágrimas,
para liberarte de los nudos
que has tejido entre las sombras.
Sombras que matan la indiferencia del olvido,
sombras, sombras…
que despiertan la quietud de ciudades devastadas
bajo tus pies,
las que responden a tu nombre, a las derrotas,
las que se exponen a las heridas y a la ternura,
a la fractura eterna que tritura de infamia
todos tus huesos,
como una vela atravesada por un fuego
que devora tu inocencia.
En otra vida,
en otro olvido,
en otro tiempo,
tú y yo anhelábamos ser de verdad
cuando nos vemos atados a las heridas del mundo,
vulnerables, humillados,
cuando hay demasiado peso en nuestras sombras
y, sin embargo, alejamos el cuerpo del llanto
para que nuestro eterno silencio tenga motivos
para equilibrar la balanza,
aunque no tengamos pasos ni pies para darlos,
aunque nadie salve nuestra muerte
porque no hace falta morir así.
Para seguirte sin descanso ni fatiga,
con los ojos cerrados contemplo islas
en mitad del naufragio,
y no existen cosas, ni personas, ni mundo,
ni sustantivos, ni alegrías, ni desánimos,
ni recelos, ni certezas, ni distancias infinitas,
más allá de ti, de ese PEATÓN INVERTEBRADO
que llevo adentro como un signo tatuado
en todos los caminos,
donde quizás las palabras dejarían
de ser un imposible en los labios,
donde quizás las miradas volverían
con los ojos saciados de amaneceres,
donde quizás las despedidas
encontrarían la forma de hallarte,
donde quizás un gesto sería una pequeña abertura
por donde penetrar la luz,
donde quizás comprenderíamos que la lluvia
no borra tu rostro ni tu nombre;
al fin y al cabo, transitas por calles
con ventanas empañadas,
con las botas impregnadas de asfalto,
eres solamente un hombre
que huye de sus miedos.
En otro olvido,
en otro tiempo,
en esta vida,
anhelo crecer,
anhelo creer.
Para todos los peatones invertebrados de SCL Minusbarros,
para que sigan intentando dar un paso más allá, traspasen
fronteras, amplíen miradas, den vida a la calle y hagan
visible que tener una discapacidad no les limita
para realizar aquello que desean.
Trabajando juntos, dejaremos de ser diferentes.
Para más información acerca de mí o cualquier pregunta que tengas, puedes contactarme y estaré
a tu disposición.
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