TRILOGÍA DE LA REALIDAD
“dondequiera que caiga la lluvia” es un libro de poesía que nos sumerge en un universo íntimo y profundo, donde lo cotidiano, la soledad, la injusticia, el maltrato y la rutina se entrelazan con el poder transformador del amor.
A través de versos cuidadosamente tejidos, el autor nos invita a contemplar la lluvia en todas sus formas y manifestaciones. Cada gota que cae, ya sea en la ciudad gris o en un rincón olvidado de la naturaleza, esconde una historia, una emoción, una experiencia humana.
En estas páginas, descubrimos la sensibilidad del poeta al enfrentarse al lado oscuro de la existencia. La soledad se convierte en un eco que resuena en el alma, la injusticia se denuncia con palabras afiladas y el maltrato deja huellas que perduran en la memoria.
Pero en medio de estas lluvias tormentosas, el amor emerge como un rayo de luz. Es el bálsamo que calma las heridas, el refugio que nos permite resistir y encontrar sentido en medio del caos. A medida que las palabras fluyen, el autor nos muestra cómo el amor puede romper barreras y transformar la realidad, incluso en los momentos más oscuros.
“dondequiera que caiga la lluvia” es una invitación a reflexionar sobre nuestra propia existencia y a encontrar belleza en los lugares más inesperados. A través de una prosa poética cautivadora, el libro nos sumerge en un viaje emocional, despertando nuestros sentidos y recordándonos que, sin importar dónde o cuándo caiga la lluvia, siempre hay una oportunidad para renacer y encontrar la esperanza.
¿Cuántas clases de lluvia nos mojan en algún momento?
No recuerdo todas ellas, pero hay algunas que despiertan mis sentidos y, por ende, mi memoria.
Una de ellas es la lluvia torrencial: tempestuosa, pesada, catastrófica. Es esa que cae de sopetón, a palanganadas, agitando toda tu vida en un desorden emocional ocasionado por todo lo que te sucede mientras sientes el vértigo de la caída.
Está también la lluvia horizontal: incansable, indómita, bulliciosa. Es esa que cae en presencia del viento, contra la que no hay resguardo ni paraguas, y te empapa hasta los huesos cuando sientes la vida como una prórroga perpetua que vence inmensidades.
Y está la lluvia vaporosa, esa que cae casí sin querer y que, a veces, no consigue tocar el suelo. Sutilmente, pulveriza tu cuerpo y los sitios sin llegar a calarte. Con ella la vida y el amor son delitos sin disculpas en tu existencia.
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