Deseo

Son muchas las situaciones de la vida en las que deseamos algo con todas nuestras fuerzas. Sin embargo, no logramos que la realidad se sume a nuestro deseo.
Pero somos tan complejos que muchas veces quedamos presos en deseos imposibles. 

En la noche en que la Musa del Vino presenció el trazo luminoso de una estrella fugaz, susurró su deseo con un hilo de voz:


—Anhelo unir mi destino al del Vendimiador.


Erigida en su pedestal de la Plaza de Extremadura, imaginaba día tras día la estatua de bronce del Vendimiador, aquel hombre que infundía sentido a su inmortal existencia. Fantaseaba con descender de su atalaya de piedra para estrecharlo entre sus brazos, sentir la tibieza de su metal, el pulso ficticio de un corazón que no latía. A pesar del paso inexorable de los años, su anhelo permanecía inalterable.


La Musa del Vino, guardiana de la uva y el mosto, mantenía su esperanza intacta en la promesa de aquella estrella errante. Sin embargo, en la quietud de las noches solitarias, comenzaba a cuestionarse si aquel destello no sería, después de todo, un mero espejismo.


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